Cómo se te ovilla el tiempo en su corazón de lana, sangrando en el movimiento por las cribas de la trama. En el aire vi unas manos y en las manos la tibieza y en lo tibio del hilado el hielo de la tristeza. Ven y téjeme las notas en los puntos de la urdimbre, paso a paso y gota a gota con tus agujas de mimbre. Ay, Edilia si te olvidas de anudar tus propios pasos va a venir la noche un día a dormírsete en los brazos. En el sueño, tejedora, donde tus lanas te alumbran, te soñás tejiendo auroras en medio de la penumbra. Artes de adivinadora te cuentan lo sucedido y tus lanas lo atesoran en la piel de tu tejido. Quién te habrá dado esa prisa prendida en colores fuertes y en los bordes de ceniza lentitudes de la muerte. Cuando sientas en tu hilado que mi tiempo se ha vencido dibujame un sol gastado con las hebras del olvido...

