sábado, agosto 15, 2009



















"Tres días de parto y el niño no salía:


- Tá trancado, El negrito tá trancado – dijo el hombre.

El venía de un rancho perdido en los campos. Y el medico fue. Maletín en mano, bajo el sol del mediodía, el medico anduvo hacia la lejanía, hacia la soledad, donde todo parece cosa del jodido destino; y llegó y vio.
La mujer estaba en las últimas, pero todavía jadeaba y sudaba y tenía los ojos muy abiertos. A mí me faltaba experiencia en cosas así. Yo temblaba, estaba sin un criterio. Y en eso, cuando corrí la cobija, vi un brazo chiquitito asomando entre las piernas abiertas de la mujer. El medico se dio cuenta de que el hombre había estado tirando. El bracito estaba despellejado y sin vida, un colgajo sucio de sangre seca, y el medico pensó: No hay nada que hacer. Y sin embargo, quien sabe por qué, lo acarició. Rozó con el dedo índice aquella cosa inerte y al llegar a la manito, súbitamente la manito se cerró y le apretó el dedo con alma y vida. Entonces el medico pidió que le hirvieran agua y se arremango la camisa."