viernes, junio 06, 2008

Sobre la vuelta...

El otro día volvió Fede. Se había ido hace algunos años, rápido y sin saludar. Se había ido exiliado, en las sombras y para no volver. Pero el otro día estaba acá: Fede, mi amigo, quien viste y calza. Y como quien vuelve de un viaje de aventuras, empezó a repartir regalos y anécdotas. Volvió con esposa, hijo, mascota (un chimpancé en vías de extinción que lo salvo de ir preso en algún lugar cerca de Singapur por el delito de arrojar una piedra a un lago…) y muchos paquetes. Me trajo un deja vu player, que es un aparatito que almacena todos los deja vu que uno tiene. No se muy bien para que me va a servir, pero no me importa, es verde brillante, y me lo trajo de un puestito en las orillas del Nilo. Me trajo también un anotador especial para el karma, uno escribe ahí todo lo que va haciendo y a fin de mes hace el balance, si da negativo habrá que compensar el mes siguiente, pero si da positivo hay vía libre para hacer un par de maldades. Eso me lo trajo de una isla de no se donde, y lo considero muy útil. Me trajo un frasco con un ojo de elefante belga, que es para la buena suerte y hay que llevarlo siempre encima, pero no se... es muy pesado... y te mira. Otro regalo fue un pañuelo que cambia el color de las cosas, uno envuelve ahí lo que quiere cambiar, sacude un poco y listo, color cambiado. Eso si, el color depende del humor que tenga el pañuelo ese día. Algo que yo siempre quise y que mi amigo Fede recordó es un líquido para que no se pasen los alimentos. Me lo trajo en una botella muy mona, y dice que se lo compro a una gitana que vivía exiliándose de todos los lugares a donde iba, pero no se si creerle, porque cuando lo dice le brilla el lunar de la mejilla, y eso pasa cuando miente. El líquido en cuestión se aplica a todo tipo de alimentos, el que ud. desee, y ahí nomás, no se pudre ni se vence por cien años (hay unos nuevos que duran quinientos, pero a mi con cien me alcanza) Me contó que estuvo en un lugar donde hay un solo día de sol cada 5 años, el resto de los días es de noche y llueve. Ese lugar estaba en guerra, y a el lo tomaron prisionero pensando que era el enemigo. Después dice que lo dejaron ir, pero no explica bien como, y yo tengo miedo de que le hayan hecho algo. Y cuenta historias increíbles, graciosas, fantásticas. Las cuenta toda la noche, y su mujer y su hijo se duermen en un sillón infinitamente cómodo que le compro a una princesa que se había escapado de su boda. Y cuando los ve dormir aprovecha para acercarse y decirme bien bajito:
-¿Vos sabes q no le podes contar a nadie que volví, no?
Claro, Fede estaba exiliado, Fede no se había ido de vacaciones, a conocer el mundo, había una razón por la cual se había ido, una razón oscura que nos envolvía a los dos. El no pensaba volver, pero en el caso de que lo hiciera no pensaba encontrarse con que casi nada había cambiado, con que seguía todo igual. Y tenia razón, no le podíamos decir a nadie que había vuelto, sino...
-¿Vos sabes que no le podes contar a nadie que volví, no?- repitió. Asentí con la cabeza.
-Porque vos sabes lo que pasaría si se enteran que estoy devuelta....
-Si- conteste- otra vez la ventana que da al parque, otra vez el doctor de los anteojos, otra vez la puerta blanca y la enfermera, y esos otros que me miran, me miran y se ríen, y los gritos. Y otra vez la Risperidona.

1 comentario:

Hugo Delboy dijo...

Si dos mas dos diera tres negra... Si dos mas dos diera tres...